jueves, 17 de febrero de 2011

Más sobre la Evaluación del Profesorado

Ya se sabe con qué entusiasmo recibe la sociedad cualquier noticia relativa a la ejemplar “metida por vereda” de cualquier colectivo considerado como privilegiado. Por eso se acogió con tan generalizado aplauso la bajada de sueldo a los funcionarios, considerados no sólo como privilegiados, sino como los culpables de todos los males de la economía española.
Otro día ya hablaremos de algunas formas de hacer daño a la economía (como no pagar los impuestos) que no están a nuestro alcance. Pero no nos desviemos. Supongo que la sociedad asistirá alborozada (si es que llega a sus oídos) a esta nueva moda de evaluación de la calidad del profesorado. Por fin les están dando lo suyo (pensarán ellos) a esta pandilla de vagos que cobran una pasta por unas cuantas horas de clase a la semana. Pues oye, cómo siento decepcionarles. Porque en esta universidad de cartón piedra que estamos construyendo, la evaluación no deja de ser un adornito más del belén. Como el caganer, más o menos. A ver si me explico.
                Los procesos de evaluación de la docencia en la universidad española van a tener dos grandes finalidades. Por un lado, de cara a fuera, seguir dejando claro lo maravillosos que somos todos. Un ejemplo: en la Universidad de Málaga, según noticia publicada en la página web el 11 de noviembre de 2009, un 92,3% de los profesores eran valorados positivamente (http://www.uma.es/contenido.php?idm=29&clase=p&id=2198&tipo=n), atendiendo a las encuestas de satisfacción contestadas por los alumnos (también llamados pefes). Éstos nos concedieron una nota media de 7,66 sobre 10. ¿Somos estupendos, o no? Pues, aunque parezca mentira, (http://www.uma.es/contenido.php?idm=29&clase=p&id=1716&tipo=n) estos resultados se mejoran en 2010, cuando la valoración positiva se extiende al 93,6%, y la nota media sube hasta el 7,7. Estamos imparables, oiga. De aquí a cuatro o cinco años, habrá que hacer como en selectividad (porque los alumnos son también estupendos), y situar la nota máxima en 14, porque el 10 se nos va a quedar corto. En eso consiste la evaluación. Mucho autobombo y poco (muy poco) reconocer y paliar los múltiples problemas de la docencia universitaria. Las últimas novedades en control de la calidad docente supondrán en la práctica que los profesores tendremos que emplear mucho más tiempo rellenando muchos más papelitos (aunque eso nos deje menos tiempo para preparar la docencia en condiciones) diciendo lo innovadores, tecnológicos, boloñeses, guays, coleguitas y demás que somos. El otro objetivo, de cara a dentro, será controlar a los profesores que no sigan la ortodoxia boloñesa y se les ocurra, por ejemplo, aprobar sólo a los alumnos que hayan aprendido lo que tiene que aprender. En fin, sobre el uso coercitivo de las encuestas al alumnado, recomendamos la lectura de la magnífica entrada que, al respecto, publicó recientemente el Anecado en su blog: http://profesor-anecado.blogspot.com/2011/02/el-gran-hermano-universitario.html .
                Luego está la investigación (porque han de saber que algunos también nos dedicamos a esto), que es quizás la actividad que más tiempo lleva evaluándose en la Universidad, y con criterios algo más objetivos (aunque también con sus defectos, de los que ya nos encargaremos otro día). Aunque deben saber que la evaluación de la investigación y sus resultados en materia de incentivos, no son más que el chocolate del loro, para tenernos calladitos y conformes. Consiste en una evaluación, a nivel nacional, cada seis años que, en caso de ser positiva, nos proporciona un complemento que no llega a 150€ brutos mensuales, que no están en las pagas extra, en el mejor de los casos (porque la misma investigación se retribuye de forma distinta según la categoría del profesor), mas otra a nivel autonómico, que no se sabe cuándo se volverá a hacer. Poca cosa para seis años de trabajo. Pero ya hemos visto cómo, a través del nuevo estatuto, los gestores se han asegurado de que tampoco sea necesaria la investigación para progresar en la carrera docente. Faltaba más.
                Y es que la casta gestora tiene esa rara habilidad para hacer comulgar al personal con ruedas de molino, y ni siquiera dar ejemplo. Porque ya que hablamos de evaluación, a todos los que damos nuestras clases lo mejor que sabemos y trabajamos en labores de investigación, produciendo resultados más o menos dignos y a los que se nos está bombardeando con evaluaciones, calidades y otros inventos, nos surge la misma pregunta: y la gestión… ¿quién la evalúa? Porque no tengo noticias de que se nos haya preguntado sobre la labor de los gestores para que éstos cobren sus retribuciones adicionales, y complementos (que, a diferencia de los de investigación, sí están en las extras), a la vez que ven reducidas sus obligaciones docentes. Igual pasaron la encuesta y me pillaron en clase.

5 comentarios:

  1. En mi comunidad, cuando se establecieron estos complementos, los rectorados se opusieron en redondo a establecer cualquier sistema de evaluación para la gestión, al contrario de lo que pedían los sindicatos.

    Después en las elecciones nos piden el voto para seguir mandando y haciéndose normas que les beneficien, como sistemas de evaluación de la docencia que les permiten conseguir quinquenios docentes sin haber dado ni tan siquiera una clase en 5 años.

    Esta es una de las cosas patéticas de la universidad.

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  2. Me imagino que habréis oído hablar de la envidia, el pecado nacional por excelencia, el entusiasmo que mencionáis no es más que producto de eso, de la jodida envidia. Amén de lo anterior, aún no entiendo, pese a que lo intento denodadamente, cómo alguien en su sano juicio puede alegrarse de un mal ajeno cuando deberíamos aspirar justo a lo contrario, entre otras cosas, incluso siendo egoístas, porque cuándo veas las barbas de tu vecino pelar, echa las tuyas a remojar.
    Me temo que no sólo la universidad empieza a ser de cartón piedra, todo el país empieza a serlo y algunos, muchos de sus gestores, antaño cara cartón, empiezan a ser cara piedra, verdaderos "caraduras" que se dedican a plantear “cositas” de escasa o nula utilidad si no es, claro, para mantenerse en la poltrona animados por un séquito de estómagos agradecidos.
    En fin, ya desahogado, al menos, algo, me llama la atención la opinión de las gallinas, debéis ser tope guays, y, como zorros (en el único sentido de la palabra posible aquí) debéis ser de los que os gusta únicamente perseguirlas, sin darles caza o bien de los que pueden ser cazados; me temo que de los segundos.
    Pero no desesperéis que no hay mal que cien años dure.

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  3. Ahhhhhh, la evaluación de los gestores. Señores, han apuntado ustedes a la línea de flotación de los cuentistas y vividores. Lo que pasa es que conociéndolos, nunca conseguirán -conseguiremos- dar en el blanco. Son escurridizos como ellos solos.

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  4. Me asalta una duda: ¿y si fuera que el resultado de la encuesta refleja la realidad, no sois tope guays y estáis haciendo bien vuestro trabajo? Entra dentro de las probabilidades, ¿no?

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  5. Ana María Castillo1 de abril de 2011, 12:33

    Yo propongo conservar copia de todos los infinitos papeles y formularios que rellenamos, juntarlos en un archivo, ponerle una tapa bonita y presentarlo como informe de actividad anual. Seguro que suman más páginas que lo que publicamos y yo diría que hasta lo que explicamos.

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